JESUS EL CRISTO, VIENE PRONTO A REINAR.
¿Por qué razón nos llama tanto la atención los pensamientos del fin de los tiempos? Nosotros, que anhelamos ser vencedores con la ayuda del Espíritu, necesitamos comprender los problemas y catástrofes que se avecinan y prepararnos para ellos, pero de ninguna manera esos problemas deben dominar nuestra atención o nuestro mensaje. Nuestra preparación para las dificultades que se avecinan es sencilla, debemos estar firmes con Jesús el Cristo, nuestro amado Rey. Y para permanecer en El debemos prepararnos con Fe, no con temor. Ninguna Religión o Filosofía en el mundo tiene una esperanza que se pueda comparar con la que nos ha sido dada para la época por venir. El regreso de Cristo a la tierra esta próximo. El viene pronto a Reinar aquí en la tierra. Regresa como un ser inmortal rodeado de su Ejercito celestial sobre las nubes, “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de Arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitaran primero.” 1 de Tesalonicenses 4:16. Nuestra Misión es Proclamar y predicar el Glorioso Evangelio del Reino, en todo el Planeta tierra. Sabemos, porque así nos lo ha revelado el Espíritu que el Señor esta a punto de juzgar la tierra. Pero tenemos que tener claridad que el día y la hora de su regreso nadie lo sabe solo nuestro Padre celestial, Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe ni aun los Ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” Mateo 24:36.
viernes, 28 de febrero de 2014
jueves, 27 de febrero de 2014
OSCAR CORTEZ Continuando con el amor, no hay una expresión tan sublime como el amor de Dios hacia su creación. Es un amor eterno que sobrepasa todo entendimiento humano. La Biblia dice, “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”. 1 Juan 3:1 Ningún poder o fuerza en la tierra puede ser más fuerte que el amor. Y el amor de Dios es el amor más grande de todos. Por su amor hemos obtenido la salvación. Por amor a él y luego a nuestro prójimo, manifestamos tal salvación. Nosotros amamos, porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Su amor llena toda la tierra. La magnitud de su amor es para que el hombre se sienta amado y no abandonado. Dios no dejó a la suerte su creación, él ha provisto una solución a su soledad, el ha entregado a su hijo por amor a nosotros. Veamos cuán ancho y largo, alto y profundo es su amor. El amor de Dios permanece para siempre (Salmo 118:1). La tierra está llena del amor de Dios (Salmo 119:64). Su amor es mejor que la vida (Salmo 63:3) y excede a todo conocimiento (Efesios 3:18). Cómo Dios muestra su amor a nosotros, Él envió a Jesucristo al mundo. “Porque tanto amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). “Así es como Dios mostró su amor entre nosotros: Él envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. Esto es amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como sacrificio expiatorio por nuestros pecados” (I Juan 4:9-10). Ahora mira a tu alrededor, quién te puede demostrar un amor que lo entrega todo… Dios es amor y él quiere que tú recibas tan grande amor.
miércoles, 26 de febrero de 2014
JESÚS ES EL BUEN PASTOR
JESÚS ES EL BUEN PASTOR
P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
Nos disponemos a profundizar en unas de las páginas más bellas y entrañables de los Evangelios: Las que nos presentan a Jesús como el Buen Pastor y a nosotros como ovejas de su rebaño. Es un tema que ha alimentado la fe y la devoción de los cristianos a lo largo de los siglos. Los primeros cristianos no se atrevían a pintar a Jesús crucificado; sin embargo, en las pinturas de las catacumbas y en los sarcófagos paleocristianos es muy común encontrar representaciones de Jesucristo con una oveja sobre sus hombros. Los presbiterios de las antiguas Basílicas suelen estar decorados con mosaicos que representan dos filas de ovejas acercándose a beber de una fuente. La imagen de Jesús Pastor es tan rica, que nos ayuda a comprender su identidad, su misión y su relación con el Padre y con nosotros.
El nombre de Jesús, en hebreo, significa «Salvador». Así le llamó el ángel cuando se apareció, en sueños, a S. José: «Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de los pecados» (Mateo 1, 21). Él sabía que éramos pecadores y que le íbamos a tratar mal. A pesar de todo, su amor por nosotros era tan grande, que quiso dejar el Cielo y venir a nuestro encuentro para traernos la salvación y la plenitud de la vida eterna. No lo hizo porque nosotros éramos buenos o lo merecíamos, sino sólo por su generosa bondad, por su amor gratuito, en el momento en que Él lo creyó oportuno: «Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a todos los que estábamos sometidos a la ley y para hacernos hijos de Dios... Ha enviado a nuestros corazones el Espíritu que clama "Abba", esto es: "Padre". Y si somos hijos, somos también herederos» (Gálatas 4, 4ss). Jesús no se quedó esperando a que nosotros fuéramos a su encuentro, sino que Él mismo se puso en camino para buscarnos; por eso se hizo amigo de los pecadores, comía con ellos y les anunciaba el Evangelio (la Buena Noticia) del amor y de la misericordia. Esto agradaba a la gente sencilla, que le escuchaba con gozo, y provocaba rechazo en los corazones orgullosos y complicados.
Cuando sus adversarios le acusan de ser amigo de pecadores, les habla del amor de Dios y de su solicitud por cada uno de nosotros, usando la imagen del pastor que sale en busca de la oveja perdida: «¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja a las otras noventa y nueve en el desierto, y va en busca de la que se le ha perdido, hasta encontrarla? Y, cuando da con ella, se la echa a los hombros lleno de alegría y, cuando llega a casa, reune a sus amigos y les dice: Alegraos conmigo, que ya he encontrado la oveja que se me había perdido. Os digo que igualmente habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión» (Lucas 15, 4-7). La parábola comienza con una referencia a la vida cotidiana, en forma de pregunta (como muchas otras parábolas de Jesús), para hacernos reflexionar e invitarnos a dar una respuesta personal. Sus oyentes saben que el pastor actúa tal como dice Jesús. No está hablando de un asalariado ni de un millonario, sino de un pastor que no tiene criados, que cuida él mismo de su propio rebaño, el cuál constituye toda su hacienda. Cada animal es importante para él y no puede permitirse perder ni uno solo. Ninguno le es indiferente. Que le queden noventa y nueve no le resarce de la pérdida de uno. Así que, si se extravía una oveja, va corriendo de un sitio para otro y no descansa hasta que la encuentra. Atraviesa valles y montañas, sin ahorrarse esfuerzos ni fatigas. Cuando la halla, cura las heridas de la oveja recobrada, sacia su hambre y su sed y, para que no perezca por la fatiga, la carga sobre sus hombros y reemprende la marcha hasta que la devuelve sana y salva al redil. Su alegría es tan grande que no se la puede guardar y la comparte con sus amigos: «Alegraos conmigo, porque ya he encontrado la oveja que se me había perdido».
Lo mejor de todo el relato es la enseñanza final: para Dios somos importantes y Él se ocupa siempre personalmente de cada uno de nosotros, incluso cuando nos alejamos de Él por el pecado. Él nunca se desentiende de nosotros. Como nos recuerda Ezequiel (18, 23), «Dios no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta de su conducta y que viva». Dios se goza en perdonar, no en condenar; su misericordia es más grande que nuestras faltas: «El Señor es clemente y misericordioso, paciente y lleno de amor; no anda siempre en querellas ni guarda rencor perpetuamente; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga de acuerdo con nuestras culpas. Pues como la altura del cielo sobre la tierra, así es su amor con los que le honran; y como dista el oriente del poniente, así aleja de nosotros nuestros crímenes. Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles» (Salmo 103, 8ss).
Toda la vida de Jesús fue un continuo buscar a las ovejas descarriadas: «Él vino a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lucas 19, 10). Para eso descendió del Cielo, para cargar con nuestros pecados y para llevarnos sobre sus hombros a la Casa del Padre, haciendo con todos «un único rebaño con un solo Pastor». El que hace salir el sol sobre justos e injustos y llover sobre buenos y malos, manifiesta una clara preferencia por los pecadores. A pesar de todo, Jesús no suprime la distinción entre pecador y justo. Desde el principio de su ministerio público, Él mismo invitaba a la conversión y a la penitencia: «Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios» (Marcos 1, 15). Lo nuevo de su mensaje es el anuncio de que Dios no espera a que seamos justos para amarnos, sino que nos quiere siempre, con pasión, también mientras somos pecadores, y su mayor alegría se produce cuando tomamos conciencia de que necesitamos su salvación y nos abrimos a su perdón y a su amistad. No sólo desea nuestra conversión; también sale a nuestro encuentro de distintas maneras para tocar nuestro corazón y capacitarnos para darle una respuesta de amor. «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo como sacrificio de purificación por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros» (1 Juan 4, 10ss). Su amor precede a cualquier decisión que nosotros podamos hacer: «No temas, mi pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el Reino» (Lucas 12, 32). Él nos ama desde siempre y ha decidido darnos su Reino. Nosotros comenzamos nuestro verdadero camino de amor cuando comprendemos esto.
Durante toda su vida, Jesús supo atraer la atención de sus oyentes contándoles parábolas y comparaciones, proponiéndoles acertijos, haciéndoles preguntas. A veces hablaba de Dios como de un Padre al que el hijo se le escapa de casa o como de una mujer que busca con interés la moneda perdida, o se presentaba a sí mismo como un sembrador que deposita la semilla de la Palabra de Dios en el corazón de los hombres, o como una vid a la que tienen que estar unidos los sarmientos para poder dar fruto... Jesús también habló de sí mismo utilizando la imagen del Pastor que conoce a sus ovejas, las ama y da su vida por ellas: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil, sino que salta la tapia, es ladrón y salteador. El pastor de las ovejas entra por la puerta. A éste le abre el guarda para que entre, y las ovejas escuchan su voz; él llama a las suyas por su nombre y las saca fuera del corral. Cuando han salido todas las suyas, se pone delante de ellas y las ovejas lo siguen, pues conocen su voz... Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas; no como el asalariado, que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. Éste, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo hace presa en ellas y las dispersa. El asalariado se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no le interesan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, lo mismo que mi Padre me conoce a mí y yo lo conozco a Él. Como Buen Pastor, yo doy mi vida por las ovejas. Tengo también otras ovejas que no están en este redil; también a éstas tengo que atraerlas, para que escuchen mi voz. Entonces se formará un único rebaño, bajo la guía del único Pastor» (Juan 10, 1-17).
El contexto de la parábola es éste: Los pastores del tiempo de Jesús dejaban por las noches sus rebaños en un corral común, con un guarda. Era la manera más fácil de protegerlas de los ataques de los lobos o de los ladrones. Al amanecer, antes de salir el sol, cada pastor recogía sus propios animales y los llevaba a pastar. Cada pastor ha visto nacer y crecer a sus propios corderillos y los conoce bien. Incluso tiene un nombre para cada uno. Las ovejas también reconocen el olor y la voz de su dueño y no siguen a otro. Cada pastor entra en el recinto y llama a las ovejas por su nombre. Una vez fuera, las cuenta y, cuando están todas, camina delante de ellas para conducirlas a pastar al campo, haciendo oír su voz para que no se pierdan. A un extraño, sin embargo, no le siguen. Al contrario, tienen miedo de él y huyen de su presencia, porque no están familiarizadas con su voz.
El verdadero pastor se diferencia claramente de un asalariado. Éste último trabaja por dinero y no le importa la suerte de las ovejas. Esto se ve cuando llegan los lobos hambrientos a atacar el rebaño. Mientras que, en este caso, el dueño de las ovejas arriesga su vida por defenderlas a ellas, el mercenario huye, pensando sólo en salvarse a sí mismo. El buen pastor conoce a sus ovejas y es capaz de distinguir las suyas de las demás, conoce las necesidades concretas de cada una, sufre con ellas las inclemencias del tiempo y el cansancio de los desplazamientos, vela por su rebaño, lo proteje de los enemigos que lo amenazan, cura a las ovejas enfermas, alimenta con solicitud a las preñadas, dedica una atención especial a las más débiles.
Jesús es el verdadero Pastor bueno y generoso que conoce nuestros nombres, nuestras características personales, nuestra historia y que nos ama con un cariño único e irrepetible. Él viene a buscarnos para sacarnos del redil donde estábamos encerrados (la esclavitud del pecado y de la ley) y conducirnos a la libertad de los hijos de Dios. Nos habla, educándonos con sus enseñanzas. Quienes le escuchan saben que sólo Él tiene palabras de vida eterna (Juan 6, 68). Nos alimenta con su propio Cuerpo y su propia Sangre (Juan 6, 55). Nos regala el agua del Espíritu Santo, la única que puede saciar nuestra sed (Juan 4, 14). Nos conduce a la Verdad y la Vida (Juan 14, 6). Nos ha amado hasta el extremo (Juan 13, 1), manifestándonos lo ilimitado de su amor al dar la vida por nosotros (Juan 15, 13). La verdadera felicidad consiste en acogerle y seguirle, porque nadie va al Padre, sino por él.
«Yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; por eso me entrego por las ovejas». Jesús describe aquí su relación con los suyos. Entre Él y los creyentes se da el mismo conocimiento profundo e íntimo y el mismo afecto sincero y tierno, que entre Él y su Padre del Cielo. En la Biblia, el verdadero conocimiento no es una mera relación intelectual, sino la comunión en el amor. Conocer a alguien es comprender sus sentimientos más profundos, los motivos por los que actúa de una forma determinada. Tanto como el Padre conoce y ama a Jesús (con un conocimiento y un amor perfectos), Jesús nos ama a nosotros. «¡Oh, Jesús!, que me amas más de lo que yo me puedo amar a mí misma, ni entiendo» (Santa Teresa de Jesús). Nuestro único deseo es conocer cada día más y amar cada momento mejor a Jesús. Para eso escuchamos su voz, nos alimentamos y fortalecemos con la celebración de sus Sacramentos y seguimos sus pasos por los caminos de la vida.
Los creyentes estamos llamados a reconocer la voz de nuestro Pastor, que nos habla al corazón palabras de amor y de comunión íntima en el Cantar de los Cantares (2, 8ss): «¡La voz de mi Amado! Miradlo cómo viene saltando por los montes... Habla mi Amado y me dice: "Levántate, amada mía, preciosa mía, ven a mí. Que ya ha pasado el invierno, han cesado las lluvias y se han ido"... ¡Es tan dulce tu voz, tan hermoso tu rostro... Mi Amado es para mí y yo para Él».
«"Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas", es decir, que las amo, "y las mías me conocen". Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: "Los que me aman vienen tras de mí". Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía... "Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos". O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso. Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los creyentes son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente».
lunes, 24 de febrero de 2014
“El me glorificará’ porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”
CÓMO EL ESPÍRITU SANTO GLORIFICA A CRISTO
por Dr. R. L. Hymers, Jr.
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Un sermón predicado en la Tarde del Día del Señor, 18 de Junio de 2006 en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
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Si estudias la historia de la Cristiandad empezarás a darte cuenta de que vivimos en lo que el Dr. Martyn Lloyd-Jones llamó “días de desánimo” (Martyn Lloyd-Jones, M.D., Preaching and Preachers, Zondervan Publishing House, 1971, p. 117). Eso es muy cierto particularmente aquí en el mundo Occidental, aunque parece que Dios se mueve de modos que dan ánimo en el Tercer Mundo, especialmente en la China, el Sudeste de Asia, África, y en partes de la India.
Pero aquí en las grandes democracias del Occidente, estos son realmente “días de desánimo” especialmente para los predicadores. Y el racionalismo del Alumbramiento se ha filtrado hasta el hombre común, y le ha devorado el corazón a las grandes denominaciones, siendo meramente una sombra de su primera gloria.
Hubo una división entre aquellos que un creen la Biblia, en el siglo veinte. Una mitad se fue a exponer la Biblia, y la otra a varios niveles fanáticos respecto al Espíritu Santo. Pero ambas conservaron el mismo punto de vista respecto a los métodos de evangelismo.
El Dr. A. W. Tozer fue llamado “un profeta del siglo veinte” durante su propia vida, y sigue siendo llamado así más de cuarenta años después de su muerte. El Dr. Tozer hizo dio esta declaración en uno de sus escritos, y creo que es una declaración sabie y cierta. Él dijo:
Una de las serias debilidades del evangelismo de hoy es la cualidad mecánica de su modo de pensar. Un Cristo útil ha tomado el puesto de el Salvador radiante de otros tiempos más felices. Este Cristo puede salvar, es cierto, pero se cree que Él lo puede hacer de una manera práctica, pareja, pagando nuestra deuda y halando el recibo como un cajero que da por pagada la cuenta. La sicología de un cajero de banco caracteriza mucho de nuestro pensamiento religioso...La tragedia es que es verdad sin ser toda la verdad (A. W. Tozer, D.D., We Travel an Appointed Way, Christian Publications, reimpresion de 1988, pp. 63-64).
El Dr. Tozer dijo que “un Cristo útil” ha tomado el puesto de “el Salvador radiante de otros tiempos más felices” de la historia Cristiana. La palabra “útil” se refiere a ser usado, “que enfatiza su utilidad sobre toda otra consideración” (traducción libre de Webster’s New Twentieth Century Dictionary). Tozer nos dice que los Cristianos hoy tienden a pensar de Cristo solo como un medio útil para obtener la salvación. Él dice que tendemos a tener una “cualidad mecánica en nuestro evangelismo... [y] un punto de vista utilitario de Cristo,” un Cristo que puede ser “usado” mecánicamente para obtener la salvación. Él dijo que nosotros pensamos que Cristo “salva” a la persona como un cajero de banco “halando el recibo...que da por pagada la cuenta.” Lo que el Dr. Tozer señala es un evangelismo mecánico, donde la persona simplemente está de acuerdo con dos o tres doctrinas Cristianas, toma una “decisión” automática y supuestamente recibe la salvación, como recibes el recibo cuando vas al banco. Me temo que él tiene razón. Y este punto de vista utilitario nos da una salvación mecánica... Tú “vas al frente,” o dices ciertas palabras en la “oración del pecador,” y se acaba la transacción, y te vas, de vuelta al mundo, olvidándote de Cristo y de Su iglesia. Después de todo, ya pasaste por el rito y dijiste las palabras correctas. ¿Qué más hay en la salvación después de esto?
Luego, después de que la persona ha pasado por el mecanismo de hacer una “decisión” y de ser rápidamente bautizada, el predicador se pregunta qué hacer con ella. El primer grupo de evangélicos que mencioné toma al recién mecánicamente-decididamente “converso” y tratan de edificarlo enseñándole la Biblia. El segundo grupo trata de llevarlo a una “segunda obra” del Espíritu. La triste realidad es que en la mayoría de casos, ninguna “primera obra” se ha llevado a cabo – así que ninguna cantidad de estudio Bíblico ni de “experiencias más profundas” podrá hacerle ningún bien, Ya que aun tiene
“…el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18).
Como resultado de presentar a un “Cristo utilizable” de un modo “mecánico” no hay una conversión real – y por lo tanto, ninguna cantidad de enseñanza Bíblica ni de “experiencias más profundas” podrá serle de ayuda. Es por eso que más del 90% de nuestros “conversos” modernos caen bien rápido, la mayoría de ellos nunca vuelven a la iglesia.
Pero Jesús dio un método más cierto y más Bíblico de la conversión cuando dijo, tocante al Espíritu Santo:
“El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
Este verso revela la importantísima obra del Espíritu Santo en la conversión verdadera. Pensemos en nuestro texto con un poquito más de profundidad.
I. Primero, lo que el Espíritu Santo no glorifica.
“El me glorificará” (Juan 16:14).
Podemos verlo del lado negativo comentando sobre lo que, según nuestro texto, el Espíritu Santo no glorifica.
Debo parar aquí para explicar lo que la palabra “glorificará” significa en este texto. La palabra Griega que se ha traducido “glorificará” quiere decir “dar honor, magnificar, engrandecer” (traducción libre de Strong’s Exhaustive Concordance). El propósito del Espíritu Santo es exaltar, honrar, y magnificar a Cristo, hacerlo grande ante los ojos del pecador.
Esto, por supuesto tiene un lado negativo. Si el propósito del Espíritu Santo es exaltar y magnificar a Cristo, hay al menos tres cosas que Él no glorifica ni exalta, al menos en el mismo grado.
Lo primero es la doctrina. Con esto quiero decir la teología sistemática. No debes pensar que estoy poniendo de menos la necesidad de teología, conocida como la sana doctrina. Para nada. Aquí en el librero en mi estudio al obrar en este sermón veo [libros varios de teología] Dogmatic Theology por W. G. T. Shedd, Lectures in Systematic Theology por Dr. Henry C. Thiessen, Strong’s Theology, y muchos otros libros sobre doctrina. Los sermones de Spurgeon están llenos de doctrina. Esa es una de las cosas que les da tal fuerza vital. Los sermones de Spurgeon son de doctrina, y está bien – según lo que es. Porque la doctrina sola no trae la salvación.
La doctrina nos guarda de desviarnos a herejías y a fanaticismos de varias clases. Pero la doctrina teológica correcta, por ella sola, no da vida a un alma inconversa. Cristo sabía esto, y por eso dijo tocante al Espíritu Santo:
“El me glorificará” (Juan 16:14).
La próxima cosa que el Espíritu Santo no glorifica ni magnifica es la experiencia humana. Es aquí donde los que de otro modo serían buenos predicadores Carismáticos y Pentecostales erran. Ellos tienden a no darle tanto énfasis a la doctrina y a exaltar la experiencia humana. Este es un error que ha producido muchas prácticas y creencias que no son Bíblicas y que hasta son herejes en nuestro tiempo. No daré una lista, pero creo que podrás muchas de ellas al encender la televisión por algunos minutos y ver a algunos de los predicadores populares del “Espíritu Santo.”
La tercera cosa que Cristo no promete es que el Espíritu Santo glorificará la ley. Yo no estoy en contra de predicar la ley, porque puede ser lo que los Puritanos llamaban “obra del corazón,” mostrándole al pecador su necesidad de Cristo. Está bien. Pero predicar la ley nunca debe ser por sí sola. Si se hace así, el sermón será como un hostigamiento, diciéndole a la gente lo que debe hacer, empujándola a hacer más y más. Se puede degenerar a regaños, y el predicador se convierte como el maestro de Escuela Dominical que trata de corregir a los estudiantes a que se porten bien, citándoles versos Bíblicos que les dicen lo que ellos deberían hacer, empujándolos a ser más y más buenos, como si el buen comportamiento de algún modo los llevará al reino de Dios. A menudo esto hace que los estudiantes odien en su corazón la Escuela Dominical, y hasta la escuela Cristiana que atienden. Tales estudiantes se pueden aprender muchas partes de la Escritura que les dicen que sean niños y niñas buenos, sin llegarles al corazón ni convertirlos. Como lo puso Lutero, no somos convertidos por la enseñanza moral de la ley, ¡sino por el amor de Dios en Cristo Jesús! Yo creo que en ese punto tenía razón. La ley no se debe usar solo para enseñarnos lo bueno y lo malo, sino para mostrarnos que la hemos roto, y que necesitamos misericordia y perdón de nuestro Salvador. Esas son algunas de las cosas que el Espíritu Santo no ha venido a magnificar, honrar ni glorificar.
II. Segundo, a quien glorifica el Espíritu Santo.
“El me glorificará” (Juan 16:14).
¿Cómo exactamente le sucede eso a una persona inconversa? Bueno, el Espíritu Santo comienza a magnificar y a exaltar a Cristo al mostrarle a la persona inconversa su falta de dignidad y pecado. Cristo no será magnificado ante los ojos de un inconverso hasta que él vea su necesidad, como pecador arruinado. Hasta que el inconverso vea que esta perdido no sentirá su necesidad por el Salvador. Como el Dr. J. Gresham Machen lo dijo: “Al no estar conciente de pecado, el evangelio entero ha de parecer como un cuento vacio” (traducción libre de J. Gresham Machen, Ph.D., Christianity and Liberalism, Eerdmans, 1923, reimpreso en 1983, p. 66).
Por lo tanto, la primera obra del Espíritu Santo es convencer a la persona inconversa de su pecado. En este mismo pasaje de la Escritura, en Juan 16:8, Jesús dijo:
“Y cuando él [el Consolador, o sea, el Espíritu Santo] venga, convencerá [“dirá la culpa,” Strong] al mundo de pecado…” (Juan 16:8).
Esta es la obra inicial, la primera obra, del Espíritu Santo en la conversión. Él reprueba al pecador. Él convence al pecador de su condición. Él le dice al pecador que está en culpa. Él no hace esto para regañarlo para que viva una vida mejor, sino que para convencerlo de su condición perdida sin esperanza.
¿Puedo decirte que necesitas esa obra convincente del Espíritu de Dios? ¿Te puedo decir que pongas atención a la obra del Espíritu de Dios en tu propia conciencia? Como lo pone el Dr. Martyn Lloyd-Jones:
¿No nos condena nuestra propia conciencia? Cuando saco mis argumentos teóricos e intelectuales, una voz dentro de mi me condena...diciéndome que no es cierto. Ningún hombre puede ultimadamente satisfacerse a sí mismo, él sabe que nada de él mismo es bueno lo suficiente. Una cosa es alegar y tratar de imponer inteligentemente tu punto en un debate, pero cuando un hombre se queda a solas consigo mismo, y cuando un hombre se mira a sí mismo y se examina a si mismo, sabe que es indigno e inadecuado. Mi propia boca me condenará si ante la presencia de Dios yo trato de decir que soy perfecto (traducción libre de D. Martyn Lloyd-Jones, M.D., Old Testament Evangelistic Sermons, Banner of Truth Trust, 1995, p. 165).
¿Todavía piensas que puedes ver tu conciencia y decir honestamente “Soy bueno lo suficiente ante los ojos de Dios”? Es solamente cuando empiezas a ser honesto y abierto con tu propia conciencia que comienzas a ser convencido de tu naturaleza pecaminosa caída y culpable ante los ojos de Dios. Esta clase de honestidad contigo mismo es producida por el Espíritu de Dios, llevando a la persona perdida al lugar donde Cristo puede ser glorificado, magnificado, y engrandecido, a los ojos del pecador.
¿Eres bueno lo suficiente de modo en que te encuentras? Si así lo crees, entonces el evangelio no tiene nada para ti. Es solo “un cuento” que oyes vez tras vez en la iglesia. El evangelio de Cristo jamás te agarrará a menos que primero haya una herida punzante en tu corazón por el Espíritu de Dios.
La convicción es crítica. Puede llegar rápidamente, solamente segundos o minutos antes de la conversión. O puede llegar lentamente, en un periodo de días. A veces la obra convincente continúa por un tiempo más largo, como en el caso de John Bunyan, que estuvo convicto creo yo por 18 meses. Lutero estuvo en un estado convicto aun más tiempo que eso. También Spurgeon.
En la convicción, una terrible guerra toma lugar en el alma del pecador. ¿Estás tú en ese estado ahora? Si lo estás, hay una batalla dentro de ti. Es una batalla entre tu propia naturaleza depravada y el Espíritu de Dios. Tu naturaleza corrupta quiera la salvación por sus propios términos, no los de Dios. Dios te muestra tu pecado interior, y resistes, no estando de acuerdo con el Espíritu, peleando contra el Espíritu, tratando de ser salvo sin someterte al veredicto de Dios en contra tuya como un hombre o mujer perdido, incorregible, depravado.
Talvez pensarás que todavía no has comenzado a ser convencido, cuando de hecho, la obra de la convicción ya ha empezado en ti. Si te sientes lúgubre y ansioso y confundido, ¿quién crees que te ha dado esos pensamientos lúgubres, de ansia y confusión? ¡Quién más que el Espíritu de Dios!
La palabra “confundido” a menudo describe la primera parte de la convicción. “Confundido” quiere decir “perturbado,” “perplejo,” “inseguro,” aun “desconcertado.” Al principio de la convicción, el pecador puede decir constantemente: “Pero ¿cómo puedo ser salvo?” Es eso exactamente lo que el carcelero Filipense dijo cuando fue convicto. Pero si tu convicción no es profunda cuando haces esa pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” nada resultará de ello, y serás perturbado y desconcertado porque tu corazón todavía pelea contra el Espíritu de Dios. Una persona puede continuar en un estado perturbado por algún tiempo, porque rehúsa someterse al veredicto de la condenación completa que tiene bien merecida. La pelea que toma lugar en su alma es con el Espíritu de Dios, convenciéndole de pecado, y la persona rehusando a someterse a ello y llegar al final de sus argumentos y dudas. Como dije antes, esto puede suceder bien rápido, o puede ser un conflicto interior largo con Dios. ¿Cuánto durará este terrible tiempo de resistirte a cómo Dios ve tu pecado? Depende de si te sometes a la ley de Dios, y estás de acuerdo totalmente en que en el estado en que te hallas no eres digno de nada sino solo de la condenación.
Cuando el pecador finalmente para de pelear con Dios en su alma y se rinde, deja sus argumentos, y cede a la convicción de que es rebelde, y que pelea con Dios, y que merecer el juicio de Dios por completo, la obra convincente del Espíritu de Dios está llegando a un cierre, porque Él ha ganado la batalla por tu alma, como debe. El pecador ahora está en un estado sin esperanza, y desesperación, sin hallar nada en sí mismo que pueda ponerlo bien ante los ojos de un Dios santo. En este punto, con toda la pelea arrancada de él por la obra convincente de Dios, él se ve a sí mismo como un “gusano” terriblemente rebelde y asqueroso ante los ojos de Dios. Citando las famosas palabras del Dr. Watts:
¿Él devotó su sagrada cabeza
Por un gusano como yo?
(“Alas! And Did My Saviour Bleed?” por Isaac Watts, 1674-1748).
Por un gusano como yo?
(“Alas! And Did My Saviour Bleed?” por Isaac Watts, 1674-1748).
Ahora, cuando te veas a ti mismo como a un “gusano” pecador, podrías estar listo para la última obra del Espíritu de Dios, que es:
“El me glorificará” (Juan 16:14).
Con todos tus argumentos silenciados, y solamente un sentido profundo de la falta de ser digno y del pecado en ti, el Espíritu de Dios estará listo para glorificar, dar honor, y engrandecer al Hijo de Dios ante tus ojos por la primera vez en tu vida.
Si esa hora se te llega, de repente verás a Jesús de una nueva manera. Él ya no será una figura del distante pasado. Ahora Él aparecerá en tu mente como el Cordero de Dios que puede quitar tu estado de confusión, batalla interna, suciedad de corazón y mente. Como un rayo de luz Jesús aparecerá como la única solución, la única esperanza, para un “gusano” pecador como tú.
“El me glorificará” (Juan 16:14)
en tu corazón. Y verás claramente que Jesús es bálsamo de Gilead. Tú lo verás como el unigénito Hijo de del Padre, glorificado, lleno de gracia y de verdad. Tú lo verás como el único Redentor que podía pagar la pena de tu pecado, por tí, que la justificación es solamente por Su justicia, que la limpieza es solo por Su Sangre, y que la expiación por el pecado solamente por Su sacrificio en la Cruz. Verás que Jesús solo puede justificarte del pecado, que Jesús solo puede vestirte en Su propia justicia, ajena, ajena porque viene de Él que vive arriba, y no de dentro de ti, de ninguna manera. Y a Su justicia, ajena, con la que Él te puede vestir, Cristo añade la limpieza de tu pecado por Su preciosísima y santa Sangre.
“El me glorificará” (Juan 16:14).
Tener estos pensamientos de glorificar y exaltar a Jesús viene solamente a aquellos han sido preparados por el Espíritu de Dios para recibirlos por la experiencia humillante de la convicción de pecado.
Pero, si estás listo, si estas “cansado de la carga de tu pecado,” como lo dice el viejo himno, ¿mirarás tú a Jesús, tu amigo más querido, tu gran liberador, tu única esperanza?
Has sido arrastrado por el lodo de la convicción. ¿Vendrás ahora a las aguas limpias que fluyen del amor de Jesús, a ser lavado en Su Sangre, vestido en Su santidad y Su justicia?
¿Vendrás y doblarás la rodilla al exaltado Hijo de Dios? ¿Te someterás a Él y descansarás en Su amor? ¿Lo harás esta noche?
“Pero no estoy convicto lo suficiente,” dices tú. ¡Basura! Has batallado contra Dios lo suficiente. Acaba esta noche. Cuando digas “sí” a la pregunta, “¿Vendrás a Cristo?” bien podrás haber acabado – tú alma salva por Cristo Jesús. ¿Terminarás tu pelea contra el Espíritu de Dios está noche y te someterás a Cristo por venir a Él ahora? Si lo harás, Cristo será magnificado, honrado y engrandecido ante tus ojos.
“El me glorificará” (Juan 16:14).
Y tú, como el Apóstol Juan, podrás decir:
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas…vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18).
Cuando eso suceda, ya no tendrás al “Cristo útil, mecánico,” del que habla el Dr. Tozer. El Espíritu Santo habrá glorificado a Cristo y lo habrá hecho muy grande ante tus ojos. No te quedará nada más qué hacer sino caer a Sus pies y confiar en Él por fe. Luego sabrás que tu salvación fue Su don a un “gusano” miserable, depravado que no la merece de ninguna manera, porque “la salvación es de Jehová [el Señor]” (Jonás 2:9). Amen.
(FIN DEL SERMÓN)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet,
en www.realconversion.com. Oprime "Sermones en Espaol."
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La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Juan 16:7-15.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Jesus, Only Jesus” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Jesus, Only Jesus” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
EL BOSQUEJO DECOMO EL ESPÍRITU SANTO GLORIFICA A CRISTO
por Dr. R. L. Hymers, Jr.
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“El me glorificará’ porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
(Efesios 4:18)
I. Lo que el Espíritu Santo no glorifica, Juan 16:14.
II. A quien glorifica el Espíritu Santo, Juan 16:8;
Apocalipsis 1:17-18; Jonás 2:9. |
domingo, 23 de febrero de 2014
que dijo jesus sobre su segunda venida
Seis detalles sobre la segunda venida de Jesúspor Marvin Moore | Tomado de El Centinela® de Octubre 2010 |
Mi esposa les puede decir que cuando ella va a ausentarse por varias horas, yo comienzo a preocuparme cuando no regresa a casa a la hora predicha. Afortunadamente, casi siempre tiene consigo su teléfono celular, y si no me llama, yo la llamo para saber cómo está.
El problema es que en algunas ocasiones, cuando sale de casa se olvida llevar su teléfono. Cuando sucede esto, y yo pensaba que regresaría a casa a las 8:00 p.m., si aún no ha regresado a las 9:00, comienzo a preocuparme, y cuando llegan las 10:00, ya estoy pensando si debo llamar a la policía para ver si ha habido un accidente en el área. Nunca he tenido que hacer esa llamada, pero he estado a punto de hacerla un par de veces.
No me importa tanto si mi esposa tiene que salir y regresa tarde, pero sí me interesa saber lo esencial: dónde está, la causa de cualquier retraso en regresar a casa, a qué hora puedo esperarla en casa, etc. Mi esposa ha aprendido que yo me preocupo bastante por su seguridad, así que si es posible, me llama para avisarme qué está pasando. Y por supuesto, se lo agradezco.
De una manera limitada, esto ilustra la preocupación que los cristianos a veces sentimos respecto del regreso de Cristo a este mundo. Así como mi preocupación por mi esposa, conocer los hechos puede ayudarnos a tranquilizar nuestra mente. A continuación encontrará seis detalles importantes que le serán útiles al considerar la segunda venida de Cristo.
Cuándo vendrá Jesús
Los discípulos de Jesús le preguntaron un día: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (S. Mateo 24:3). Jesús respondió esta pregunta de dos maneras.
Detalle 1: No sabemos cuándo Jesús vendrá. Durante el último siglo, varios grupos e individuos han fijado fechas para la segunda venida de Jesús, incluyendo fechas en 1914, 1964, 1988 y 1994. Durante la década de 1990, muchas personas predijeron que Jesús vendría en o alrededor del año 2000. Pero Jesús dijo: “Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (vers. 36).
No hay sentido en que nosotros pongamos fechas para la segunda venida de Jesús o nos emocionemos cuando otros lo hacen. Muchas personas se han cansado de ver fechas ir y venir sin que pase nada, y pierden toda esperanza en el regreso de Jesús.
Detalle 2: Podemos saber cuándo su venida está cerca. Jesús sí dijo que podemos saber cuándo su venida está cerca, así como sabemos que el verano está cerca cuando las hojas comienzan a brotar en los arboles (vers. 32, 33). También nos dio varias señales para poder saber cuándo se aproxima su venida.
Una de estas señales es la predicación global del evangelio. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones —dijo él— y entonces vendrá el fin” (vers. 14).
Nosotros los humanos nunca sabremos cuándo cada persona en esta tierra habrá tenido la oportunidad de escuchar las buenas nuevas de Jesús y su propuesta de vida eterna a todo aquel que cree en él. Pero un punto es muy evidente: hoy es más fácil que en cualquier otro momento de la historia humana compartir las buenas nuevas con cada ser humano. Piénselo. Por varias décadas hemos tenido la televisión, la radio, los libros, revistas y periódicos; ahora tenemos la Internet y la telefonía moderna. Dadas las circunstancias apropiadas, el mundo entero podría enterarse del evangelio de un día para otro.
La Biblia también dice que, poco antes que Jesús regrese, el mundo se verá fascinado por el espiritismo y la comunicación con espíritus demoniacos. Por ejemplo, Jesús dijo que antes de su regreso “se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (vers. 24). En un pasaje similar en Apocalipsis, Juan dice que “espíritus de demonios, que hacen señales”, reunirán a los reyes de la tierra en todo el mundo, para la batalla de Armagedón (Apocalipsis 16:14-16). Además, Pablo dice que en el tiempo de la venida de Jesús, Satanás se revelará “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9).
Yo creo que no es casualidad que hoy día estamos viendo un aumento rápido en la “canalización” practicada por la Nueva Era y otras formas de comunicación con los muertos. Esta es una señal del pronto regreso de Jesús, y además es una advertencia de que no debemos aceptar a los obradores de milagros simplemente porque aparentan tener poderes sobrenaturales. Satanás puede obrar milagros, y obra sus milagros para engañar a la gente.
Cómo vendrá Jesús
Jesús predijo que antes que él regrese, impostores aparecerán en varios lugares de la tierra diciendo ser el Cristo. ¡Ten cuidado! —declaró—, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. Por eso él advierte, “Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis” (S. Mateo 24:4, 5, 26).
Afortunadamente, nadie tiene que ser engañado. Hay tres maneras en que podemos reconocer al Jesús real cuando venga.
Detalle 3: Su venida será un evento público. El hecho es que la venida de Jesús será el evento más público en la historia del mundo. La Biblia dice: “Todo ojo le verá” (Apocalipsis 1:7), y Jesús mismo dijo: “Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (S. Mateo 24:27).
No solo la venida de Jesús será visible, también será sumamente audible. Pablo dice: “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (1 Tesalonicenses 4:16). Además, le dijo a la iglesia de Corintios que “se tocará la trompeta” en la venida de Jesús (1 Corintios 15:52).
Detalle 4: Vendrá en las nubes. Jesús también dijo que vendrá “sobre las nubes del cielo” (S. Mateo 24:30), un detalle que se repite varias veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, en Apocalipsis, Juan escribió: “He aquí que viene con las nubes” (Apocalipsis 1:7). Luego, al describir una visión de la segunda venida de Jesús, Juan dijo: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre” (Apocalipsis 14:14).v
Detalle 5: Los muertos serán resucitados. Jesús dijo, “Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (S. Juan 5:28). “Los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida” (vers. 29). Jesús no dijo cuándo esto sucederá, pero Pablo explicó que sucederá en la segunda venida de Jesús: “el Señor mismo… descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).
A raíz de lo anterior, sabemos que cualquier persona que asegure ser Jesús es un impostor, a menos que aparezca en las nubes de los cielos con el sonido de una poderosa trompeta y resucite a los muertos.
Cómo estar listos
La pregunta más importante es: ¿Cómo podemos estar tú y yo listos para el regreso de Jesús? La respuesta es el sexto detalle importante sobre su segunda venida.
Señal 6: Puedes estar listo. Algunas personas que piensan que están listas para la segunda venida de Jesús descubrirán que no lo están. Él advirtió: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (S. Mateo 7:21).
¿Qué debemos hacer tú y yo para estar listos para la venida de Jesús?
Primero, debemos reconocer los errores que hemos cometido y corregirlos. Si hemos perjudicado a alguien, debemos enmendarlo. Y aunque Dios no requiere de nosotros que venzamos todos nuestros malos hábitos antes que él nos acepte, sí quiere que los reconozcamos y nos dispongamos a vencerlos. La Biblia llama a este proceso “arrepentimiento” y “confesión”. Además, debemos aceptar la muerte de Jesús en la cruz por nuestros pecados y pedirle que perdone tales pecados.
Cuando hemos cumplido todas estas condiciones, Dios hace dos cosas por nosotros. Primero, nos perdona. Y segundo, transforma nuestras mentes y emociones para que ahora odiemos las cosas malas que antes amábamos, y amemos las cosas buenas que antes odiábamos. A esto se lo conoce como “nuevo nacimiento”.
La esperanza de la venida de Jesús
¿Te estás cansando del dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte? Dios promete que en el nuevo hogar que Jesús está preparando, él “enjugará… toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).
Cuando Jesús venga, aquellos amigos y seres queridos que eran creyentes y han muerto serán resucitados. Se reunirán con el pueblo de Dios que todavía vive sobre la tierra, “y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17). Con razón la Biblia nos dice: “Alentaos los unos a los otros con estas palabras” (vers. 18).
¿No te gustaría estar listo(a) para encontrarte con Jesús cuando venga? Todo lo que tienes que hacer es pedirle que entre en tu vida. ¡Y el mejor detalle de todos es que puedes hacer esta oración ahora mismo!
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sábado, 22 de febrero de 2014
y por su llaga fuimos nosotros curados.
Redimidos de la Maldición de la Enfermedad
Isaías, hablando del Mesías, dijo por revelación de Dios: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” y “por sus llagas fuimos nosotros curados” (53:4,5). Al hablar de estos versículos, existe una marcada tendencia a interpretar que Cristo sólo cargó las enfermedades y dolores del “alma”; los que así piensan, niegan absolutamente que el versículo pueda hacer alguna referencia a sanidad física.
Esta es una aseveración aceptada por añeja pero no por fidedigna, pues basta un análisis sencillo del tema para comprobar que se trata de una “interpretación privada” que generó otra tradición que anula una sentencia favorable de Dios para la humanidad.
Los versículos en cuestión dicen:
Isaías 53:4,5 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Prestemos atención a los siguientes significados de las palabras hebreas:
- Enfermedades: kjolí; dolencia, ansiedad, calamidad:-enfermedad, enfermo, miseria, dolor, quebranto. Esto viene de la raíz primaria kjalá: gastado o desgastado; estar débil, enfermo, afligido
- Dolores: makobá: angustia o aflicción: dolor, tristeza. De la raíz primaria: kaáb sentir dolor; afligirse; fig.estropear:-dar dolor, desgarradora, destruir, doler, dolor, entristecer, hacer la llaga, miserable, sentir el mayor dolor.
- Sanados: rafá (es una raíz primaria); prop. remendar (con puntadas), curar: arreglar, cuidar, curación, curar, médico, restaurar, sanador, sanar, sanear, sanidad, sano.
La Palabra de la que se tradujo “enfermedad” en la versión Reina Valera, ya por su raíz primaria tiende al significado de enfermedad física; sin embargo, para expresar “dolores” se usa OTRA palabra. Resalto que sea “otra”, porque evidentemente se refiere a DOS cosas diferentes. La palabra para “dolores” tiene una raíz más coherente con el significado de aflicciones del alma aunque también puede abarcar dolores físicos.
La palabra para “curados” en el versículo 5 tiene que ver con sanidad física.
Con esto quiero demostrar que hay dos grandes verdades en estos versículos de Isaías:
Jesús cargó nuestras enfermedades físicas sobre sí mismo, a la vez que sufrió nuestros dolores del alma y cuerpo. Fue molido y castigado por los pecados, lo que nos libertó de la carga del pecado trayendo paz entre nosotros y Dios (Rom 5:1) y en las heridas que fueron hechas en su cuerpo, se hizo disponible la sanidad física para nosotros.
Esto es sólo una pequeña revisión de las palabras originales del texto, pero es interesante que Mateo cita esta Escritura de Isaías en el vs 8:17 en un contexto de sanidad física:
Mat 8:13-16 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;Mat 8:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias
No voy a meterme en cuestiones de interpretación profética porque no es el tema. Sólo quiero demostrar que Mateo, inspirado por Dios, ha corroborado que la “sanidad por medio de las llagas o heridas” se refiere a la parte física de nuestro cuerpo y no solamente al alma.
Sin dudas el pecado afectó las tres partes de nuestro cuerpo: espíritu, alma y cuerpo. La redención quita el pecado lo que regenera el espíritu del hombre; y esto trae beneficios en el alma y en el cuerpo. Dios nos creó tripartitos y no hay razón valedera para que sólo quisiera beneficiar una o dos partes de nuestro ser y no las tres.
Quiero seguir un poco más adelante y demostrar cómo las piezas del rompecabezas bíblico encajan perfectamente.
Gál 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)
La maldición por no cumplir la ley es extensa y abarca todos los aspectos de la vida. El transgresor traería maldición sobre el área de la prosperidad, protección, salud mental, salud física (todo tipo de enfermedades), relaciones interpersonales y con otros pueblos etc. Deuteronomio 28:15-68 es una gran recopilación de lo que esta maldición representaba, por eso creo que es bueno leer ese pasaje completo para comprender “cuáles son” las cosas que Cristo cargó sobre sí mismo para que nosotros ya no tengamos que sufrirlas más. Yo sólo mencionaré lo relacionado a la redención y la sanidad. Pero antes una aclaración: nótese que las enfermedades están nombradas en calidad de MALDICIÓN y no de algo proveniente de Dios.
Luego de una larga y distinguida lista de enfermedades, la Escritura dice:
Dt 28:61 Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido.
O sea que la maldición de la ley incluye TODAS las enfermedades y plagas. Esto ha sido muy terrible para los Israelitas, pero para nosotros es muy bueno, pues como Cristo nos libró de la maldición de la ley, pues entonces, somos libres de TODAS LAS ENFERMDADES Y PLAGAS habidas y por haber. Hay ahora una provisión de sanidad para nosotros y tenemos derecho y libre acceso a esta bendición.
A la luz de esto, podemos entender mucho mejor que la Redención tal como la relata Isaías 53, junto con el perdón de pecados incluye SANIDAD FÍSICA, pues cuando Cristo fue hecho maldición, Él cargó sobre sí TODAS las enfermedades físicas (pues constituían parte de la maldición) por eso no es raro que Mateo haya hecho la cita de Isaías en el contexto de la sanidad física. La iglesia, es beneficiaria del alto precio pagado por Cristo, pues tiene una herencia de libertad, de paz y sanidad física que, así como todo lo que es parte de la bendita gracia de Dios, se alcanza por medio de la fe (creer en lo que está Escrito).
Ahora ya sabemos que sabemos que tenemos derecho y acceso libre a ser sanados. No te des por vencido, ahonda y medita en estas verdades de día y de noche para que la revelación de Dios llegue a tu corazón, y ya no “creas” que estás sano sino “sabe” que estás sano y sal más que vencedor. Ponte bravo con la enfermedad. Espero en el Señor que estés harto de cargarla y digas con convicción ¡Basta! ¡Cristo cargó esto sobre sí para que yo no tenga ya que cargarlo! porque la victoria es la herencia de los hijos de Dios.
Bendiciones.
viernes, 21 de febrero de 2014
PORQUE ES IMPORTANTE EL DIEZMO
Toda la Verdad sobre el diezmo
Publicado el 02. jun, 2009 por admin en Diezmo y Ofrendas
Mucho se dice y se enseña sobre el tema del diezmo y en ese sentido existen defensores y opositores del mismo. Los opositores expresan con una especie de “rabia” que aquellos que lo instituyen como parte de la vida cristiana normal, son aprovechadores y ladrones. Por otro lado, están los que entienden que el diezmo sí es parte de la vida de un cristiano y expresan que es la forma de honrar a Dios y que todo cristiano debe diezmar para poder recibir bendiciones de Dios.
Estos dos tipos de “enseñanzas extremas” son muy peligrosas ya que afirman categóricamente que así es como debe ser entendido el diezmo; pero pasan por alto que la Palabra de Dios está por encima de cualquier precepto o creencia humana. No hay duda entonces que la enseñanza bíblica no respalda estas dos “posiciones” que son las más comunes en el mundo cristiano evangélico.
Sin embargo, como he aprendido a ver las cosas de Dios, si estudiamos esta enseñanza sin ningún lente “doctrinal heredado” no hay duda que podremos encontrar la verdad enseñada sobre el diezmo en la misma Palabra de Dios (La Biblia). Así mismo, cada vez que se trata el tema del diezmo; he podido notar, que la mayoría de veces; la pregunta sobre si se debe o no diezmar, es realizada mayormente por personas que creen que darle a Dios el 10% de todos sus ingresos económicos es demasiado. Pero también existen personas que objetan el diezmo porque dicen ellas, que solo se trata de una forma de aprovecharse de las personas “ingenuas”. Necesitamos recordar que estas dos formas de pensar también están erradas y son rechazadas por la Biblia.
De modo que para empezar a entender todo lo relacionado con el diezmo necesitamos ver en la misma Biblia cuándo y de qué forma es utilizada dicha palabra. En ese sentido, la primera vez que vemos la palabra diezmo en la Biblia, la vemos sin lugar a dudas en la historia de Abraham (En el libro del Génesis); quien vivió muchísimos años antes que Moisés (él cual si recibió la LEY de “manos de Dios” donde se aprecia que el diezmo fue instituido para la nación Judía) favor de leer Génesis capítulo 14, donde claramente se nos narra la historia de cómo en el rescate del sobrino de Abraham, al final del combate Abraham le dio los diezmos de todo a Melquisedec quien cual era sacerdote del Dios altísimo.
Según todo el contexto, claramente podemos ver que el diezmo que Abraham dio (no dice que pagó el diezmo, sino que lo dio voluntariamente, no existía ley ni obligación alguna que le “motivara” u “obligara” a hacerlo) fue como un acto totalmente voluntario, como en efecto así nos los narra las Escrituras. De modo pues que partiendo primeramente de esta primera vez que podemos leer en la Biblia la palabra diezmo, vemos que no fue parte de la ley aunque posteriormente sí se instituyó el diezmo pero enseñado de una forma diferente para ser parte de la ley mosaica, en la cual sí era obligatorio pagar el diezmo; esto nos hace ver entonces que el diezmo que dio Abraham no fue el tipo de diezmo que debía pagar la nación de Israel. El diezmo que debía pagar la nación Judía era más bien como una especie de impuesto para el sostenimiento de su gobierno teocrático.
Por otro lado, vale la pena enfatizar que el versículo 20 no dice que Abraham diera una décima parte de todo cuanto poseía, o sea que no era un diezmo de su ingreso total ni alguna clase de diezmo anual o semanal, sino simplemente una décima parte de lo que había tomado de la batalla. Otro aspecto importante que debemos notar, es que en ninguna parte del Antiguo Testamento se menciona que Abraham volviera a dar el diezmo otra vez.
Es importante saber que la palabra “diezmo” usada en el libro del Génesis no hace referencia a una ofrenda necesaria, a un mandamiento divino, ni a una ordenanza; todo lo contrario, hace un énfasis fuerte en que es una dádiva voluntaria. El concepto del diezmo no era característico ni único de la Biblia, ni de aquellos que creen en el único Dios verdadero. Este concepto es más bien algo histórico. La idea era dar un diezmo a una deidad y era una costumbre pagana común; y esto era así para casi todas las culturas antiguas, el número diez era el símbolo de entregar todo cuanto tenían a ese “dios”.
La segunda vez que podemos leer la palabra diezmo se encuentra registrada en Génesis capítulo 28, donde Jacob hace un voto a Dios y en ese voto él se “compromete” delante de Dios a “darle” el diezmo de todo lo que Dios le fuera a dar. Fue un acto otra vez totalmente voluntario, no existía ley; pero no debemos perder de vista que fue un voto que Jacob quiso hacer y que nadie le pidió u obligó a realizar. Sin embargo, lo que sí podemos notar es que Jacob estaba haciendo sencillamente lo que hacían los paganos de aquella región. Lo que Jacob estaba tratando de hacer era comprar la bendición de Dios para tener un viaje seguro. Su motivación no era sincera y hoy lamentablemente aun podemos estar muy influenciados por los mismos motivos egoístas que tuvo Jacob (versículos 20-21).
Ahora, con respecto al diezmo en el período de la ley, podemos ver claramente en la Biblia que la tribu de Leví no podía tener propiedades. Por esta razón El Señor ordenó al resto de la nación sustentarlos con el 10% de sus ingresos, para que los sacerdotes levitas pudieran dedicarse al servicio del tabernáculo, labor que debían efectuar desde los 25 años, y al cumplir los 50 años, tenían que retirarse (Nm. 8:24-26).
Un punto muy importante que debemos resaltar aquí, es que el diezmo no era dinero, era en especies (Lv. 27:30), de modo pues que era exclusivamente para el sostenimiento de los levitas ycreemos que quizásEl Señor para evitar corrupción dentro de su pueblo Israel, ordenó que siempre el diezmo fuera entregado en productos: trigo, vino, aceite, animales, etc. todo lo cual era guardado en el “alfolí”, que era una gran pieza que estaba en el templo y que servía de bodega para almacenar el diezmo. Por eso en Malaquías 3:6-11 Dios le dice a la nación de Israel, no a la iglesia; que le han “robado” porque habían dejado de pagar su diezmo para los levitas, de hecho ahí no se habla de dinero ni mucho menos, incluso las ofrendas no eran dinero sino animales seleccionados por Dios para la expiación de pecados.
Otro punto importante de resaltar aquí, es que en aquel tiempo sí existía el dinero. La Biblia dice que en los días de Abraham ya existía el dinero; él compró con dinero el terreno para la tumba de su esposa. Además, son múltiples los pasajes que señalan que los trabajadores recibían “un denario” como salario por cada día de servicio. Incluso en la ley, en los días de Moisés, Dios había ordenando que no se retuviera el salario del jornalero hasta el día siguiente, debía ser cancelado cada día (Lv.19:13).
En pocas palabras, el diezmo fue instituido por Dios para la NACION de ISRAEL, como parte de su administración y gobierno teocrático (ver Deuteronomio 26:12); el cual estaba destinado a los levitas que no podían poseer tierras o heredad alguna y eso les servia de sostenimiento para sus necesidades primarias, mientras ministraban en el templo (para ampliar mucho más sobre este tema del diezmo para la nación de Israel recomiendo leer el libro del pastor John MacArthur, titulado ¿A quién pertenece el dinero?.
En lo que respecta al Nuevo Testamento, no existe ninguna instrucción “directa” o que trate con detalles sobre el diezmo ya que cuando una persona ha entregado su vida entera a Dios, esta entrega no limita “sus” posesiones materiales (ver Hechos Capítulo 4), esta entrega es una entrega TOTAL al Señor. Por eso en el Nuevo Testamento no se especifica una cantidad o un porcentaje específico que deba darse para SOSTENER la obra del Señor, pero sí se habla de DAR según uno haya prosperado (ver 1 Corintios 16:1-2), no porque Dios necesite dinero, sino porque los que están sirviendo en el establecimiento del reino de Dios son seres humanos que tienen necesidades como cualquier otro ser humano de la tierra; además de los gastos en los que se incurre cuando se tiene un “templo” que van desde las facturas de luz, agua, alquiler, sueldos, etc.
Esto es así, porque así como podemos notar con toda claridad en el Antiguo Testamento que el pueblo Judío tenía como regla diezmar para el manejo de su gobierno teocrático, hoy en día los cristianos deben ofrendar voluntariamente para el sostenimiento de la iglesia de Cristo. Note como lo explica el pastor-maestro John MacArthur:
“La enseñanza de la Biblia sobre el diezmo en comparación con la dadiva voluntaria es importante. El diezmo tanto en épocas del Antiguo como del Nuevo Testamento era el pago de impuestos y los judíos bajo la ley mosaica pagaban hasta un 25 por ciento por año en diezmos (eso es mucho más que el 10 por ciento). Durante años, muchas iglesias fundamentalistas, evangélicas, conservadoras –denominacionales y no denominacionales- han promovido el diezmo como la norma básica para lo que sus miembros deben poner en el plato de la ofrenda. Pero un concepto tan inflexible, visto como un principio eterno y universal para todos los creyentes, sencillamente no se enseña en las Escrituras. El principio del Nuevo Pacto sobre la dádiva – por el que usted y yo debemos regir nuestra vida- no se deriva de algún por ciento obligatorio. La dádiva del Nuevo Pacto nace del corazón y se determina personalmente.”[1]
Eso implica que todo cristiano debe ofrendar (pudiéramos decir diezmar, si usted quiere) en su iglesia local según Dios le haya prosperado. Como un acto voluntario, como lo hicieron Abraham y Jacob; pero obviamente por los motivos correctos, no como si existiera una ley o una imposición puesta como si fuera del Señor para la Iglesia. Sumado a esto, como tampoco existe una cantidad asignada podemos adoptar si quisiéramos (en forma voluntaria) el modelo judío y lo mínimo que “pudiéramos” dar sería el 10% de todo lo que Dios nos ha prosperado, lo cual implica que no debo dejar de dar para la obra de Dios según mis posibilidades y mis niveles de ingresos. Esto implica que pudiera ser el 10% o menos que el 10%; pero nunca motivando o justificando un mal manejo del dinero que Dios me permite “ganar”. En última instancia, el objetivo principal de mi vida si soy cristiano debería ser contribuir generosamente con alegría y gratitud para la obra de Dios.
Como resumen, según todo lo explicado de la enseñanza del Antiguo Testamento con referencia al diezmo bajo la ley mosaica, vemos que el enfoque del diezmo es con respecto al tema de impuestos, para el sostenimiento del gobierno teocrático que tenía el pueblo Judío. En ese sentido y solo en ese sentido, necesitamos aclarar que existen solamente dos menciones de la palabra real impuestos en los evangelios y en ambos casos se refieren a tributación u ofrenda necesaria. Una de ellas la encontramos en Mateo 23:23. Este versículo es utilizado muchas veces por los defensores del diezmo según el modelo Judío, pero de lo que se trata ahí es simplemente de pagar los impuestos tal y como estaba instituido en la ley mosaica y fue eso lo que Cristo reconoció en los fariseos pero condenó su actitud farisaica ya que habían ignorado hipócritamente los más altos principios morales de la ley. El otro caso lo vemos exactamente con la misma enseñanza en Lucas 18:12.
Ya para finalizar, lo que expone el Nuevo Testamento sobre el tema del diezmo en Hebreos capítulo 7 versículos del 4 al 9 es simplemente un recuento de un suceso histórico del encuentro de Abraham con Melquisedec, que ya fue explicado más arriba, al inicio de este estudio.
Expuesta la verdad sobre el diezmo y la ofrenda o dádiva voluntaria tenemos que decir que lamentablemente muchas personas hacen uso indebido de los recursos de Dios y por eso no OFRENDAN o dan mezquinamente y lo único que demuestran con ese comportamiento y esa actitud sobre el dinero es que son peores que los incrédulos. Es bueno recordar lo que dice Dios en Su Palabra:
“No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. (Mateo 6:19-21)
Si el hombre tiene demasiado enfocado su corazón en el dinero, eso nos dice claramente que ahí está su tesoro y esa es la causa y la razón de su mezquindad y de su corazón avaro o de su corazón codicioso.
A modo de conclusión todo cristiano debe OFRENDAR voluntariamente según Dios le haya prosperado, no con tristeza ni por necesidad. Algunos en la Iglesia recomiendan el diezmo como una forma de establecer una contribución proporcional a las ganancias. Personas con recursos amplios podrían dar mucho más del 10%, mientras que para un pobre, quizás dar el 10% podría significar negarles a sus hijos el alimento, lo cual no le exime de ofrendar según sus posibilidades, recordemos lo que dice la Palabra de Dios:
“Así que creí necesario exhortar a los hermanos a que se adelantaran en ir a vosotros, y prepararan de antemano vuestra generosa ofrenda, ya prometida, para que la misma estuviera lista como ofrenda generosa, y no como por codicia.
Pero esto digo: El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará.
Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre”. 2 Corintios 9:5-7.
Estos versículos nos dejan ver claramente que la enseñanza del Nuevo Pacto sobre la acción de dar para la causa del Señor, no exige algún porcentaje obligatorio. El acto de dar debe nacer del corazón del creyente y debe ser determinado personalmente sin codicia, aunque en efecto Dios determinará cuánto Él nos bendecirá, cuándo y de qué manera lo hará.
Necesitamos alertar a todo creyente que no hay duda que cada hijo de Dios DEBE ofrendar en forma voluntaria, pero de igual forma necesitamos alertarles que no se dejen intimidar o abusar espiritualmente con conceptos tales como que si no “diezmas” eres un ladrón y Dios no te prosperará o que Dios te maldecirá. Eso solo demuestra o una gran ignorancia de la real y verdadera enseñanza sobre el diezmo o una muy sutil forma de abusar espiritualmente a los creyentes demostrando codicia sobre los bienes y recursos de los hijos de Dios. Bajo el Nuevo Pacto nadie está obligado a dar un porcentaje determinado de sus ingresos, lo que sí se nos enseña en el Nuevo Testamento es que uno DEBE OFRENDAR VOLUNTARIAMENTE según Dios le ha prosperado.
Por otro lado, no piense nadie que si uno ofrenda o “diezma” o “pacta con Dios”; (como por ahí muchos codiciosos falsos maestros enseñan) Dios está obligado a bendecirle y darle todo lo que necesite, ya que muchas veces el énfasis se hace más en las bendiciones que en vivir realmente una vida que agrade a Dios. No importa cuánto usted ofrende para la obra de Dios; si usted no vive en obediencia a la Palabra de Dios y por el contrario vive como si fuera un inconverso, no piense ni pretenda que Dios lo va a bendecir, todo lo contrario es muy probable que Dios mire con desagrado su ofrenda como miró la ofrenda de Caín, que era del maligno (1 Juan 3:12, Hebreos 11:4)
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